Las 5 diferencias entre Diabetes tipo 1 y tipo 2 (explicadas)

La diabetes tipo I y tipo II son las dos principales formas clínicas de esta enfermedad endocrina crónica en la que existen unos niveles demasiado altos de glucosa libre en sangre. Veamos en qué se diferencian.

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La diabetes es una enfermedad endocrina caracterizada por unos niveles patológicamente elevados de glucosa en sangre, de más de 126 mg/dL en ayunas, debido a problemas en la síntesis o la actividad de la insulina, la hormona pancreática que, en condiciones normales, moviliza las moléculas libres de azúcar para que estas no se encuentren libres en la circulación sanguínea. Con la diabetes, el paciente no puede realizar con normalidad este proceso fisiológico.

Y en este contexto, la presencia de valores demasiado altos de glucosa libres en sangre dan lugar a una sintomatología que, aunque depende de cómo de grave es la dificultad para reducir dichos niveles, suele incluir pérdida de peso involuntaria, visión borrosa, infecciones recurrentes, presencia de cetonas en la orina, aparición de llagas, mucha sed, fatiga y debilidad, etc.

Aun así, el verdadero problema llega con las complicaciones, las cuales, sin tratamiento, aparecen con mucha frecuencia y consisten en enfermedades cardiovasculares, daños en los riñones, pérdida de sensibilidad en las extremidades, demencia, depresión, problemas de visión, etc. Muchas de estas patologías son potencialmente mortales, algo que explica que la diabetes, al ser un trastorno crónico (sin cura), pueda resultar letal. Ahora bien, afortunadamente, existen tratamientos.

Porque si a día de hoy, al menos en países desarrollados, la esperanza de vida de un paciente con diabetes es de 74,64 años, comparable con la esperanza de vida en la población general, es gracias a los tratamientos que controlan su progreso y reducen los síntomas. Estos consisten en, además de controlar de manera muy exhaustiva el azúcar que se consume, adoptar cambios en el estilo de vida y administración de medicamentos específicos, realizar inyecciones de insulina a las dosis justas para que la hormona pueda desarrollar sus funciones.

Hasta aquí, tenemos la definición general de la diabetes. Pero en lo que se refiere a sus causas, es esencial profundizar en su clasificación. Porque como todos sabemos, hay dos clases principales de diabetes: tipo 1 y tipo 2. Pero lo que no está tan clara es cuáles son las diferencias entre ellas. Por ello, en el artículo de hoy y, como siempre, de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, vamos a ver en qué se diferencia la diabetes tipo I y tipo II.

¿Qué es la diabetes tipo 1? ¿Y la diabetes tipo 2?

Antes de entrar en profundidad en las diferencias entre ambas formas de la enfermedad, las cuales las vamos a presentar en forma de puntos clave, es importante que nos pongamos en contexto y comprendamos, de manera individual, sus bases clínicas. Veamos, pues, qué es exactamente la diabetes tipo 1 y qué es la diabetes tipo 2.

Diabetes tipo I: ¿qué es?

La diabetes tipo 1 es aquella forma de la enfermedad de origen genético. En esta, debido a un error genético, la persona desarrolla un trastorno autoinmunitario que hace que las células del sistema inmune ataquen a las células del páncreas encargadas de producir la insulina, la hormona que, como hemos dicho, se encarga de reducir los niveles de glucosa libre en sangre cuando estos son demasiado elevados.

Por tanto, en esta diabetes tipo 1, la cual es menos común que la tipo 2, el cuerpo es incapaz de sintetizar y liberar la suficiente insulina como para regular correctamente los niveles de azúcar en la circulación sanguínea. Así pues, el problema radica en la incapacidad más o menos severa para producir insulina a causa de un error de origen genético.

Por ello, se trata de una forma de diabetes innata, con la que se nace. Así, por mucho que se adopte un estilo de vida saludable, no se puede prevenir su aparición y la enfermedad va a acompañar a la persona durante toda su vida. Aparece generalmente entre los 13 y los 14 años, aunque esto es solo la media, pues hay casos donde no se desarrolla hasta llegados a la década de los cuarenta y otros donde lo hace muy temprano en la vida, incluso cuando todavía se es un bebé.

Ahora bien, para esta diabetes, además de los ya comentados en la introducción, existe un tratamiento que representa una posible cura para la patología. Hablamos de un trasplante de páncreas. Un procedimiento que puede permitir al paciente recuperar la producción normal de insulina pero que, debido a que su efectividad no siempre es adecuada y que hay mucho riesgo de rechazo, con las consecuencias que esto puede tener, se reserva solo para casos muy graves donde el paciente no responde a los tratamientos normales.

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Diabetes tipo II: ¿qué es?

La diabetes tipo 2 es aquella forma de la enfermedad de origen adquirido. Es decir, su aparición no se debe a un trastorno de origen genético y, por tanto, innato, sino a que, a causa de haber hecho muchos excesos con el azúcar a lo largo de la vida, las células del cuerpo se han acabado volviendo resistentes a la acción de la insulina.

Así, la diabetes no se desarrolla porque haya problemas en la síntesis o liberación de dicha hormona, sino porque se ha producido tanta que esta insulina ya no despierta respuestas en la célula. Por mucho que se produzca insulina, esta no es capaz de movilizar la glucosa y retirarla de la circulación sanguínea. Es una insulina que “no sirve”.

Esta forma de la enfermedad suele venir precedida por lo que se conoce como prediabetes, una condición clínica no patológica en la que los niveles de glucosa en ayunas son más altos de lo normal, situados por encima de los 100 mg/dL pero por debajo de los 125 mg/dL, pero no lo suficiente como para diagnosticar un cuadro de diabetes como tal.

Ahora bien, sí que son lo suficientemente elevados como para que, sin abordaje terapéutico y cambios en el estilo de vida, la persona pueda desarrollar diabetes. Se estima que 1 de cada 3 adultos estadounidenses tienen esta condición, pero como no cursa con síntomas, la mayoría de ellos no lo saben.

Y siempre y cuando no se revierta la situación, tras entre 3 y 5 años es posible que se convierta en la enfermedad como tal. Y en el momento en el que se desarrolla la diabetes tipo 2, ya no hay vuelta a tras. Porque como hemos dicho, es una enfermedad crónica que, más allá del tratamiento para controlar la sintomatología y evitar las complicaciones mortales, no tiene cura.

El hecho de que sea una enfermedad adquirida por malos hábitos de vida (siempre hay un componente de predisposición genética, pero no es tan potente como en la de tipo I) explica que su aparición sea tardía, desarrollándose normalmente a partir de los 40 años. Ahora bien, una vez surge, la sintomatología y tratamiento es común para cualquier tipo de diabetes.

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Diabetes tipo 1 y tipo 2: ¿en qué se diferencian?

Tras analizar las bases clínicas de ambas formas de la enfermedad, seguro que sus diferencias han quedado más que claras. Aun así, por si necesitas (o simplemente quieres) disponer de la información con un carácter más visual y esquemático, hemos preparado la siguiente selección de las principales diferencias entre diabetes tipo I y tipo II en forma de puntos clave.

1. La diabetes tipo 1 es de origen innato; la tipo 2, adquirido

Seguramente, la diferencia más importante. La diabetes tipo I es aquella forma de la enfermedad de origen innato, es decir, con la que se nace. Tiene su causa en un error genético que hace que la persona tenga problemas para, debido a un ataque autoinmune a las células del páncreas productoras de insulina, producir y liberar esta hormona, por lo que no podrá reducir con normalidad los niveles de glucosa en sangre.

En cambio, la diabetes tipo 2 no es de origen innato, sino adquirido. Esto significa que la persona no nace con la enfermedad, sino que la adquiere cuando, tras una vida de excesos con el azúcar, las células se vuelven resistentes a la acción de la insulina. No es que haya problemas en su producción, sino que las células dejan de responder a su presencia y la insulina no puede movilizar la glucosa.

2. La diabetes tipo 1 se debe a un error genético; la tipo 2, a excesos con el azúcar

Como decimos, el origen de la diabetes tipo I se debe a un error genético que hace que el paciente desarrolle un trastorno autoinmunitario a través del cual las células inmunes van a atacar a las células del páncreas productoras de insulina, haciendo que este órgano no pueda sintetizar ni liberar dicha hormona. De ahí que su origen sea innato.

En cambio, la diabetes tipo II, si bien siempre puede existir una cierta predisposición genética, no está directamente relacionada con un error genético. Es decir, su origen no se encuentra en un trastorno autoinmune que hace que el páncreas no pueda producir insulina. La insulina se produce. El problema es que las células, tras una vida de excesos con el azúcar, acompañada de sobrepeso e inactividad física, se han vuelto resistentes a la actividad de esta hormona.

3. La diabetes tipo 2 es más común que la de tipo 1

La diabetes tipo II es una forma de la enfermedad más frecuente que la de tipo I. De hecho, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 95% de las personas con diabetes tienen la forma tipo II. Y es que la de tipo I, al tratarse de una enfermedad de origen genético, tiene, como es obvio, una incidencia menor.

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4. La diabetes tipo 2 es prevenible; la tipo 1, no

Como hemos visto, la diabetes tipo I es una enfermedad de origen genético. Su aparición “está escrita” en nuestros genes, así que no hay ninguna forma de prevenir su aparición. Y es que aunque tarde más o menos en desarrollarse, es un trastorno con el que nacemos y, por mucho que adoptemos un estilo de vida saludable, no podemos prevenir su aparición.

En cambio, la diabetes tipo II, aunque pueda existir una predisposición genética, es una enfermedad prevenible. Su origen no es innato, es adquirido. Y en este sentido, evitando los excesos con el azúcar, practicando deporte, controlando el peso corporal y, en definitiva, siguiendo un estilo de vida saludable, puede perfectamente prevenirse su aparición.

5. La diabetes tipo 1 se desarrolla antes que la tipo 2

Como es evidente, al tratarse de una enfermedad innata con la que nacemos, la diabetes tipo I se desarrolla antes que la de tipo II, que requiere de toda una vida de excesos con el azúcar para que las células se vuelvan resistentes a la actividad de la insulina. De ahí que mientras que la diabetes tipo I suela desarrollarse entre los 13 y los 14 años (aunque hay casos que no aparecen hasta los 40 e incluso que lo hacen cuando se es un bebé), la diabetes tipo II suela aparecer siempre después de los 40 años.

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