¿Hay relación entre la testosterona y el control de impulsos?

Un análisis de cómo la hormona de la testosterona influye en el ánimo y la impulsividad.

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La testosterona es la hormona masculina conocida por estar implicada en las funciones sexuales (desarrollo y líbido sexual). Sin embargo, se sabe que esta hormona cumple más funciones, tanto en hombres como mujeres.

Entre estas funciones podemos encontrar la regulación del estado de ánimo y del control de impulsos. ¿Pero de qué manera influye la testosterona en el ánimo y la impulsividad? ¿Qué relación hay entre el ánimo y los impulsos? Sigue leyendo el artículo y te respondemos a estas preguntas y si hay relación entre la testosterona y el control de impulsos.

¿Qué es el control de impulsos?

Para definir el control de impulsos, previamente debemos describir qué son los impulsos. Los impulsos o conductas impulsivas son aquellas acciones rápidas que se realizan sin pensar en las consecuencias o riesgos que conllevan. Por tanto, el control de impulsos es la capacidad para resistir la tentación de realizar estas conductas impulsivas.

El control de impulsos tiene relación con la gestión emocional. Cuando sufrimos una emoción desagradable y no somos capaces de soportarla, pueden aparecer impulsos, es decir, conductas que buscan acabar con la emoción o evitarla. Los impulsos, por tanto, son una forma de gestión emocional, pero bastante problemática; mientras que el control de impulsos suele estar asociado a una buena gestión emocional con buenos resultados.

Generalmente, las conductas impulsivas, al no ser razonadas antes de llevarlas a cabo y no prever las consecuencias, suelen ser malas opciones para gestionar la emoción, ya sea porque empeoran la situación que nos ha provocado la emoción, porque intensifican aún más las emociones o suponen un perjuicio para la salud.

Algunos ejemplos son agredir a alguien para hacer desaparecer el sentimiento de ira, autolesionarse para acabar con el malestar general o tristeza, o consumir drogas para sentirnos eufóricos en vez de deprimidos o con los síntomas de abstinencia.

De esta manera, las personas con poco o nada de control de impulsos tienen mayor riesgo a sufrir problemas psicológicos, como el trastorno de conducta, adicciones, trastorno de déficit de atención e hiperactividad, trastorno bipolar, trastorno límite de personalidad e incluso intentos suicidas. De hecho, la impulsividad se considera un criterio para diagnosticar estos trastornos o problemas.

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¿Qué es la testosterona?

La testosterona es un esteroide anabólico (procedente del colesterol) que funciona como hormona androgénica, siendo la principal hormona sexual masculina. Como tal, tiene un papel crucial en el desarrollo en los hombres de los caracteres sexuales primarios (los genitales) y secundarios, es decir, los rasgos típicamente asociados al sexo masculino: vello corporal y facial, su musculatura y estructura ósea, la profundización de la voz, etc.

Este andrógeno es producido principalmente en los testículos, en concreto en las células de Leydig. También es secretada en las glándulas suprarrenales. Su secreción es controlada por el hipotálamo y la hipófisis, al igual que muchas otras hormonas corporales.

A pesar de ser la hormona masculina por excelencia, también es producida en el cuerpo de las mujeres, aunque en menor medida (unas 20 veces menos). En su caso, son los ovarios, en concreto sus células de la teca, quienes sustituyen a los testículos como principal órgano encargado de su producción, junto a las glándulas suprarrenales y la placenta en menor medida.

Además de su función de desarrollo de los caracteres sexuales masculinos en la etapa embrionaria y de adolescencia, fomenta el desarrollo del crecimiento óseo y cumple una función antiinflamatoria y antioxidante. También influye en el estado de ánimo, en la función cognitiva y, sobre todo, destaca su función sexual: es la responsable del deseo sexual, tanto en hombres como mujeres.

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¿Qué relación existe entre la testosterona y el control de impulsos?

Y una vez definidas ambas variables, ¿qué relación hay entre la testosterona y el control de impulsos? Como hemos mencionado brevemente, se ha encontrado recientemente que la testosterona cumple también funciones cognitivas, en concreto influye en la toma de decisiones y el procesamiento de recompensas. La evidencia sugiere que niveles altos de testosterona implican mayor asunción de riesgos y mayor rapidez a la hora de tomar decisiones.

Esto se traduce en: ante una situación en la que haya que escoger entre hacer una acción que conlleva riesgos altos, pero puede otorgar una recompensa jugosa, o no hacer la acción y no tomar el riesgo de las consecuencias negativas; las personas con más testosterona deciden arriesgarse por la recompensa, sin pensar demasiado en las consecuencias. Por ejemplo, participan más en juegos de azar y apuestas, o consumen sustancias adictivas.

¿A qué os suena esto? Efectivamente, tal y como hemos descrito al principio, estas son conductas impulsivas. Se ha encontrado en varios estudios durante la última década que hay relación entre la testosterona y el control de impulsos, dándose que las personas con más testosterona tienen menor control de impulsos y viceversa. Estos estudios investigaron la relación entre la testosterona y el control de impulsos con un método bastante innovador.

Reclutaron más de 100 hombres sanos físicamente y psicológicamente que participaron voluntariamente en el estudio, y se dividieron en dos grupos: al primer grupo se le administró testosterona, y al segundo un placebo. A ambos grupos se les sometió a la misma actividad para medir la impulsividad: escoger entre una pequeña recompensa inmediata o una recompensa mayor demorada. Los hombres del grupo de testosterona prefirieron en mayor medida la recompensa inmediata, es decir, la elección impulsiva.

Los resultados pueden sugerir que los niveles altos de testosterona hacen que la recompensa parezca más valiosa, y por tanto, que merezca la pena arriesgarse y tomar decisiones impulsivas. Esto implica falta de planificación en las acciones, desinhibición y problemas en la regulación emocional. Al actuar impulsivamente, el estado de ánimo empeora, ya que no se gestionan adecuadamente las emociones desagradables y se tiende a realizar conductas de evitación que solo las intensifican.

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