Terapéutica en Alza: «Cada paciente tiene su propia historia personal desde la que aprende a expresarse y a sentir a su modo»

Este equipo de expertos en psicología clínica nos desvela varios detalles sobre el proceso terapéutico.

Terapéutica en alza

En ocasiones, la terapia psicológica ha sido objeto de tabúes e incomprensión.

A pesar de que todo ser humano en algún momento de su vida se ha enfrentado o se enfrentará a algún tipo de afectación psicológica, no siempre estamos educados para buscar ayuda si este tipo de problemática aparece en nuestras vidas.

Terapéutica en Alza: expertos en psicología clínica desde Zaragoza

Para conocer un poco más de cerca en qué consiste el proceso terapéutico hemos conversado con los compañeros de Terapéutica en Alza, una de las clínicas de Psicología más prestigiosas de Aragón.

Bertrand Regader: ¿Cuáles suelen ser los miedos y reticencias de los pacientes la primera vez que acuden a una sesión de psicoterapia?

Terapéutica en Alza: Cada paciente tiene su propia historia personal desde la que aprende a expresarse y a sentir a su modo, aunque es cierto que el denominador común al comenzar una primera sesión es el silencio, es decir, se bloquean mientras tratan de resolver dudas como “qué le cuento, por dónde empiezo, cuánto necesita saber el psicólogo…”. Y Si a eso le sumamos que lo que necesita contar le produce vergüenza, es normal que esta sesión conlleve algo de incomodidad.

De todos modos, estos miedos suelen solucionarse rápido, ya que en cuanto comienzan a hablar y notan comprensión por nuestra parte, todo va encajando. Incluso en alguna ocasión explicamos en qué consiste la evaluación y por dónde comenzar la sesión para ayudarles a centrarse y contarnos qué les ha traído a la consulta.

¿Y cuáles de estos miedos acompañan al paciente durante su proceso de recuperación y mejora yendo al psicólogo?

Estos son distintos de los que aparecen en esa primera sesión, ya que mientras el miedo inicial es una reacción natural a una situación novedosa y extraña, los que se mantienen durante la terapia son aprendizajes, que actúan como defensores o escoltas de la persona que sufre.

Esta idea sobre los miedos o resistencias es fundamental para hacer psicoterapia, y tienen mucho que ver con cómo el/la paciente se permite contarnos experiencias íntimas:

En algunos casos el escolta trata de minimizar el sufrimiento o el impacto, justificándose, racionalizando sus sentimientos o incluso negando que hay un problema. Una forma de expresarlo verbalmente en sesión serían expresiones como “no es para tanto”, o “no tengo razones para sufrir” mientras observamos que la conducta no verbal nos expresa lo contrario (brazos cruzados, mirada perdida, tensión muscular y respiratoria).

En otros casos, el escolta se encuentra hecho un lío y manifiestan la confusión, expresando conflictos como “quiero contártelo pero no puedo” “me gustaría abrirme, pero hay algo que me lo impide” “sé que tengo que contarlo, pero no me atrevo a abrir según qué puertas”.

También hay pacientes que lo que les ocurre es lo contrario, es decir, su escolta estaría constantemente alarmado y en pánico, por lo que agrandan su problema y expresan de manera exacerbada su malestar, encontrándonos en estos casos expresiones como “nunca volveré a encontrarme bien”, “si me vuelve a pasar me muero”, “haga lo que haga no se va a solucionar nada”.

Es importante entender que estos miedos o resistencias son importantes para el/la paciente, incluso aunque formen parte del problema, porque el miedo no deja de ser un aprendizaje sobre cómo reaccionar ante lo que puede ser amenazante, en este caso a un nivel personal-emocional-social. Para flexibilizar el miedo hay que tratarles con paciencia y cariño y transmitir que, aunque tenga razones para tener miedo, la consulta es un lugar seguro.

Proceso terapéutico

¿Resulta complicado saber detectar las verdaderas necesidades de cada paciente, asumiendo que al principio puede estar ocultando u omitiendo cosas acerca de lo que le pasa?

Detectar lo que expresa el/la paciente sin decirlo conlleva mucho tiempo de práctica y especialización, ya que estamos acostumbrados a la idea de que nos comunicamos hablando, cuando la realidad es que nos comunicamos y además, hablamos. Si nos quedamos solamente con lo qué se dice y no cómo se dice, nos perdemos alrededor del 70% de información veraz.

Además, cuando una persona acude a nuestra consulta de psicología, lo habitual es que sus verdaderas necesidades queden debajo de su mundo consciente, pues la conciencia solo puede operar con lo que puede resolver, y aumenta notablemente el sufrimiento si mantiene conflictos sin solventarlos.

Desde Terapéutica en Alza, en cuanto llevamos algunas sesiones y el paciente ha aprendido formas nuevas de afrontar la experiencia problemática, les es más fácil conectar conscientemente con su necesidad y ya no es tan amenazante.

Seguramente, el simple hecho de abrirse a un profesional de la salud mental resulta complicado, en ocasiones. ¿De qué manera se manifiestan estas resistencias o defensas por parte del paciente?

Hay que explicar el concepto del apego para comprender esta cuestión. Las defensas están directamente relacionadas con cómo se ha vinculado con sus personas significativas (padre, madre, pareja…) y sobre todo sus experiencias tempranas y aprendidas. Habitualmente estos vínculos se basan en cómo afrontar el dolor o la frustración que pueden producir los demás.

Todos sabemos que hay algunas familias en las que no se permite la expresividad emocional, otras que tienen problemas con la idea de ser débil y vulnerable, otras que son sobreprotectoras y por miedo al sufrimiento, no permiten fallar y por lo tanto, aprender... Estas “normas” familiares sientan las bases de aprendizaje en los niños y niñas que, si no conocen a otra persona significativa que les enseñe alternativas, condicionarán de manera determinante su forma de ser adulta. Y realmente no solo son las familias, sino que la cultura y la sociedad también juegan un papel al respecto.

En resumen, y aunque suene paradójico, las defensas y resistencias aparecen como reacciones que tratan de evitar el dolor y la decepción cuando la consulta se convierte en un lugar seguro y el terapeuta, en una persona importante.

Puede que varios de los aspectos a transformar mediante la psicoterapia sean considerados por el paciente parte de su identidad, y que este no tenga la esperanza de cambiar en eso. Por ejemplo, la timidez, la mala gestión de la ira, etc. ¿Puede ser el sentimiento de identidad otra barrera a superar?

La identidad es una construcción sobre “quién soy” y es lo que más tenemos que cuidar, por lo que considerarlo como barrera y superarla sería como decir que para entrar en una casa tenemos que saltar por la ventana o derribar el muro.

En Terapéutica en Alza nos encontramos a menudo esa sensación que dice “sé que tengo que cambiar pero no quiero” o incluso reconocer “yo soy así y no puedo cambiar”. No hay que ser exigente con esta parte, en cuanto el/la paciente consigue soluciones a sus problemas con satisfacción, realiza el cambio por sí mismo/a y no hay necesidad de convencer a nadie.

Siguiendo la metáfora de la casa, si miras la tuya desde fuera y no te satisface su aspecto o ves problemas que dificultan tu estancia (con las tuberías, con el sonido, con la madera…) ¿qué proceso sigues para modificarla? Desde luego no la tirarías para construirla desde cero, sino que imaginarías cómo te gustaría verla, para sentirla como “tu casa” y comienzas a trabajar, a probar alternativas y a reformar. Sigue siendo la misma casa, pero construida acorde a lo que realmente quieres y necesitas que sea “tu hogar”.

¿Qué hacen los psicólogos para que quienes acuden a su consulta sean capaces de ver las posibilidades de cambio dentro de sí mismos?

Como muy bien has expresado en la pregunta, el primer paso, después de comprender el problema, es el de cuestionarse. Esta parte es complicada para algunos/as pacientes que mantienen una postura rígida en su forma de entender el mundo y de hacer las cosas, por ello, el simple hecho de plantearles un cuestionamiento ya es una tarea ardua que requiere tenacidad y comprensión.

La forma de interpretar el comportamiento de los demás, permitir las emociones que despiertan las situaciones difíciles, admitir errores sin castigarse, saber estar bien a pesar de decir adiós a todo un ciclo o a una relación… son algunos de esos pequeños aprendizajes que movilizan toda una maquinaria de la que se compone el ser humano.

Resultados distintos en situaciones parecidas a las que te traen a una consulta de psicología puede hacerte sentir extraño al principio, pero hace que interiorices que ser diferente y estar bien es posible.

¿Y de qué manera puede contribuir a impulsar esa transformación a mejor la familia y el círculo social cercano del paciente, combinándose con la psicoterapia?

La transformación la impulsa únicamente el/la paciente, no somos nosotros como terapeutas, ni su familia ni su círculo social. Acabar una terapia es sinónimo de expresar “gracias, a partir de aquí yo puedo seguir”, y cuando llega ese momento, nos sentimos orgullosos de que así sea.

Al igual que el papel de los terapeutas es el de guiar en el proceso, la de la familia y el círculo social puede ser la de facilitar y apoyar. Los estudios al respecto son muy claros, una enfermedad mental empeora drásticamente si se carece de red de apoyo social y/o familiar, incluso aumenta las probabilidades del intento de suicidio en casos graves.

En Terapéutica en Alza también realizamos intervenciones familiares si son precisas, ya que, es importante considerar si hay dificultades para que formen parte de ese apoyo que facilite lo que el/la paciente necesita.

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