Marta Juliana Garrido: «La obsesión por adelgazar es solo la punta del iceberg en los trastornos de la conducta alimentaria»

Hablamos con una experta en la intervención de casos de TCA.

Entrevista anorexia

Anorexia. Bulimia. Dos trastornos de la conducta alimentaria que siguen estando presentes en nuestra sociedad. Estamos ante dos trastornos psicológicos que, además, representan un grave riesgo para la salud de las personas afectadas.

A pesar de los muchos esfuerzos que se han realizado durante las últimas décadas para prevenir estas conductas, siguen apareciendo casos.

Entrevista a Marta Juliana Garrido, psicóloga especializada en trastornos de la conducta alimentaria

En la labor de conocer más en profundidad cómo aparecen este tipo de enfermedades y cuál es su evolución, hemos conversado con Marta Juliana Garrido de Frutos, psicóloga de Psicode.

Bertrand Regader: Muchas veces se asume que sufrir anorexia o bulimia consiste simplemente en querer adelgazar a toda costa, y ya está. ¿Existe mucha diversidad en la manera de vivir en primera persona estos trastornos psicológicos?

Marta Juliana Garrido de Frutos: Es cierto que se cree que la anorexia y la bulimia aparecen de la obsesión por querer adelgazar a toda costa, pero esa explicación es muy banal si tenemos en cuenta que los trastornos de la conducta alimentaria son problemas muy complejos a la hora de desarrollarse y tratarse.

Adelgazar, o más bien la delgadez, es la muestra superficial de mucho malestar interno. Frases como “no soy suficiente”, “es como si este cuerpo no me perteneciese”, “nada de lo que hago está bien”… nos muestran que el malestar no está tan relacionado con la conducta de comer como parece a simple vista.

A lo largo de la convivencia con el problema la manera de vivirlo puede llegar a percibirse similar entre todas las personas que la padecen, al tener como eje principal la comida y el cuerpo. Sin embargo, el origen de estas conductas que pueden percibirse como autodestructivas es tan diverso como la persona que la sufre. En gran número de casos la necesidad de encajar, de ser aceptada, de ser “perfecta” por haber sentido un abandono a lo largo de su vida suele estar presente y es caldo de cultivo para desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria.

La bulimia y la anorexia son los trastornos de la conducta alimentaria más conocidos, pero no son los únicos que existen. ¿Cuáles son el resto de alteraciones psicológicas de este tipo que se suelen ver en consulta?

Hasta ahora estos dos trastornos han sido los más conocidos y los más prevalentes, pero es cierto que en la actualidad el culto al cuerpo o la búsqueda de aceptación, aprobación, y “perfección” a través de él está creando nuevos trastornos. Es el caso de alteraciones psicológicas como la vigorexia (adicción a la actividad física) o la ortorexia (obsesión por la comida sana) que están empezando a presentarse como problemas al afectar la vida cotidiana de la persona.

En consulta, el problema que más se ve si obviamos la anorexia y la bulimia, es el trastorno por atracón. Verbalizaciones del tipo “es llegar a casa y no puedo parar de comer, no soy consciente, es como si perdiese la noción del tiempo”, “no puedo comprar ciertas cosas porque no me duran ni un día”, “todas las noches me levanto y arraso con lo que veo”… cada día son más comunes.

Marta Juliana Garrido de Frutos

Se habla mucho acerca del modo en el que las modas y la presión social influyen en la aparición de los trastornos de la conducta alimentaria. Pero más allá de la influencia de los grandes medios, también hay comunidades de jóvenes con estos trastornos que se animan a bajar de peso. ¿Tienen un impacto significativo en el mantenimiento del problema?

Hoy en día se da mucha importancia en la sociedad a la imagen corporal y eso influye en el curso de estos trastornos. “Empecé a verme mejor y me sentía más segura”, “todo el mundo me decía lo guapa que estaba”, “sentía que encajaba, ya no era la simpática” ...son ejemplos de refuerzos que perciben las personas a la hora de tener una sensación de control sobre su cuerpo y que terminan enganchando.

Este control por el peso no deja de ser difícil y es por ello, que hay comunidades de personas con el trastorno que crean blogs, foros o incluso cuentas de instagram donde entre pacientes se animan y se aconsejan para conseguir su objetivo. Estas comunidades son muy peligrosas y es importante controlar el uso y participación en las mismas si queremos erradicar los comportamientos dañinos que la enfermedad presenta.

¿Les cuesta mucho reconocer el problema a la mayoría de las personas con anorexia o bulimia?

La anorexia y la bulimia no son un problema, son la solución a un problema. Así ven los pacientes ambos trastornos, principalmente la anorexia, por lo que sí es difícil que lo reconozcan como un problema. Lo que empezó siendo una búsqueda de perfeccionismo, de validación externa, de poder encajar…se ha convertido en un problema, pero aun así sigue siendo su escudo, su refugio… por lo que ponerlo sobre la mesa para trabajarlo les dejaría indefensos y con muchos miedos.

La principal demanda por la que acuden a consulta estos pacientes suele ser por consecuencias del problema, pero no por el problema en si dado que les da miedo prescindir de él. Así lo que encontramos son demandas de aislamiento social, problemas de pareja, mala gestión de conflictos, disminución de la productividad laboral o escolar… que muestran las secuelas que la enfermedad va dejando.

Una vez se es consciente de que algo va mal con los propios hábitos y el estado de salud, ¿qué es lo que suele motivar a estas personas a acudir a los psicólogos?

Lo cierto es que estos pacientes pocas veces piden ayuda directamente por el problema de alimentación sino por las consecuencias que el trastorno está teniendo en sus vidas.

En el caso de adolescentes, son los padres quienes los traen a consulta y desde ese momento forman parte importante dentro del tratamiento. En estos casos han sido los progenitores los que han empezado a percibir ciertas conductas sospechosas, el colegio o algún amigo.

La demanda que presentan suele ser : “ lleva un tiempo negándose a comer”, “nose que la pasa si lo tiene todo pero la veo muy triste y dice que no quiere comer”, “algo habíamos visto pero pensamos que era cosa de la edad y que las gusta estar un poco mejor”, “el otro día me encontré la comida en la basura y desde entonces he estado más alerta”, “todo empezó en unos exámenes, la empecé a notar que comía con ansia y solo hablaba de comida todo el rato”...

En el caso de adultos, el motivo de consulta no siempre es tan claro y la conciencia de enfermedad como problema no suele estar del todo claro. En el caso del trastorno por atracón y de la bulimia sí que pueden venir motivados al cambio puesto que a nivel social sienten bastante ansiedad pues muchos de los encuentros suelen girar en torno a la comida en el segundo caso y en el primero la apariencia genera incomodidad en la persona.

¿Qué pueden hacer los profesionales de la salud mental para ayudar a estas personas?

El trabajo multidisciplinar en estos trastornos es muy importante en prácticamente todos los casos pues se trata de un problema psicológico grave. En cuanto al abordaje a nivel psicológico es importante combinar pautas que ayuden a la persona a establecer unos hábitos alimenticios sanos y no olvidar el gran peso que tiene en estos pacientes la parte emocional.

Identificar la función que está ejerciendo el problema en el paciente es crucial para ayudar a estas personas a salir de él. Este trabajo requiere de mucho tiempo puesto que como he comentado anteriormente no es algo consciente por parte del paciente. Durante el tratamiento emocional ayudamos a los pacientes a enfrentar miedos que aparecen a lo largo del tratamiento como pueden ser el miedo a perder el control de lo que comen, miedo a confiar, miedo a subir de peso, miedo a sentir, miedo a que los dejen de querer, miedo a enfrentar la vida sin enfermedad…

La colaboración de familiares es un factor muy relevante en la intervención es estos trastornos. Por ello en Psicode precisamos de su ayuda en gran parte del proceso de tratamiento y les ayudamos a gestionar situaciones y emociones delicadas que suscita la convivencia con el trastorno.

¿En qué caso es necesario el internamiento?

El internamiento es necesario cuando la salud de la persona corre un riesgo elevado. No hay que olvidar que en el caso de la anorexia entre un 7-15% de los pacientes con la enfermedad fallecen por lo que un ingreso puede ayudar mucho en casos graves.

Otra opción que también se plantea a los pacientes cuando no se encuentran en una situación tan extrema, es el internamiento domiciliario, donde estén bajo la supervisión de un familiar. Esto suele ser beneficioso para la persona puesto que el mantenimiento de una vida cotidiana es más fácil y por lo tanto ayuda a seguir trabajando con el paciente en consulta muchos miedos de la vida real.

Finalmente… ¿cómo se va produciendo el proceso de la recuperación, el acceso a un estilo de vida sano?

El proceso de recuperación es paulatino y los cambios son lentos. Es importante desde el primer momento recuperar un peso saludable en la paciente que no haga correr riesgo su vida junto a unas pautas saludables de alimentación. Aunque este suele ser uno de los primeros objetivos en trabajar, suele ser el último en alcanzar en su totalidad.

El paciente en el proceso de recuperación atraviesa distintas etapas que en pocos casos siguen un curso lineal. Parten muchas veces de una etapa en la que no reconocen el problema y por tanto la necesidad de cambiar: “me siento mucho mejor, todo el mundo me lo dice”, “yo estoy bien, no paro de hacer planes por eso se me pasan ciertas cosas”, “yo no tengo ningún problema”…

Después pasan a percibir costes al problema, pero aún así no son “suficientes” como para cambiar: “todo el mundo metiéndose donde no le llaman”, “no soy capaz de rendir igual”, “no me apetece quedar, siempre es lo mismo… yo quedo más tarde”.

Cuando se preparan para la acción o deciden curarse, empiezan a atravesar un bosque de miedos por soltar la enfermedad e ir haciendo cambios: “y si empiezo a decir que no y les sienta mal”, “no creo que pueda dejarle, me quedaría sola”, “y si me rechazan”. Por último, cuando empiezan a asomar la cabeza de ese bosque de miedos empiezan a perdonarse, a quererse, a mirarse con bondad y empiezan a sincerarse y a plantearse objetivos: “estoy orgullosa, es verdad que me ha costado, pero lo he hecho”, “yo no tuve la culpa, daba igual lo que hubiese hecho”.

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