Cómo superar el bajo rendimiento profesional con la ayuda de un psicólogo: 5 claves

Sacar todo nuestro potencial en el trabajo, cuando sentimos que no podemos con todo, es posible gracias a la ayuda de la terapia psicológica.

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El trabajo puede ser complicado, como la vida misma. Pueden aparecer complicaciones, dificultades, conflictos con los compañeros o superiores… Estos problemas pueden hacer que nos sintamos estresados, incluso abrumados y sobrepasados.

El estrés en altos niveles o continuado en el tiempo puede hacer que nos bloqueemos, no sintamos quemados y baje nuestro rendimiento en el trabajo. Los problemas de rendimiento profesional engloban todas las situaciones en las que el rendimiento es menor de lo necesario o esperado.

Un bajo rendimiento profesional, a su vez, puede hacernos sentir frustrados y estresados, de manera que entremos en un bucle de estrés-bloqueo-rendimiento bajo del que es difícil salir sin la ayuda de un profesional de la salud mental. En este artículo te explicamos cómo superar el bajo rendimiento profesional con la ayuda de un psicólogo.

¿Por qué tengo un bajo rendimiento profesional?

El bajo rendimiento profesional es un problema multicausal, es decir, son varios los factores que pueden causarlo, simultáneamente incluso. Uno de ellos, como hemos mencionado, es el estrés, junto con otras emociones similares como el miedo y la ansiedad.

Estas emociones son adaptativas, porque nos permiten afrontar situaciones complicadas. Nos preparan para las situaciones dándonos más energía de lo acostumbrado (por eso sentimos taquicardias, respiración agitada, tensión muscular…).

Sin embargo, cuando tenemos estas emociones de forma constante, al final terminamos agotados y quemados porque son emociones difíciles de soportar, consumen muchos recursos energéticos y más aún si duran tanto. Por tanto, cualquier situación que nos provoque alguna de estas emociones y que no se resuelva puede minarnos física y mentalmente, como serían sobrecarga de trabajo, mobbing o mal clima laboral.

Otra posible causa del bajo rendimiento profesional es la falta de motivación. Puede que el trabajo no sea llamativo, no haya vocación, resulte desagradable o sea síntoma de algún problema psicológico (como el propio estrés). De la misma manera, la falta de autoestima puede afectar al rendimiento: las malas experiencias y los fracasos previos pueden generar la percepción de ser incompetente. Esta inseguridad acaba bloqueándonos.

A todo esto añadimos como posible causa la propia capacidad de gestión del trabajo. Puede, por ejemplo, que nos planteemos metas irreales demasiado altas o no sepamos gestionar el tiempo empleado para cada tarea. La ineficacia en la organización y priorización de tareas y el alto perfeccionismo son consecuencia de que nadie nos ha enseñado a trabajar de forma eficiente y a gestionar el tiempo.

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¿Cómo puedo superar el bajo rendimiento profesional?

El bajo rendimiento profesional puede a su vez provocarnos distintos problemas: bloqueo emocional, disminución de la autoestima, inseguridad, más estrés, ansiedad o miedo y los problemas derivados de estos (insomnio, dificultades de concentración, falta de motivación…).

Por suerte, el bajo rendimiento profesional es un problema superable con la ayuda de un psicólogo/a, por lo que te recomendamos sea como sea que busques ayuda profesional si lo necesitas. En general, los mismos problemas que causan el bajo rendimiento profesional son las áreas en las que podemos hacer cambios y donde se enfoca la terapia para aumentar el rendimiento.

Aquí te dejamos algunos de los pasos que puedes dar para superar el bajo rendimiento profesional con la ayuda de la psicología, pero recuerda que esto no es un sustituto de la terapia psicológica.

1. Analiza tus causas

Como hemos dicho, el bajo rendimiento profesional es multicausal, y además, las causas pueden ser distintas dependiendo de cada caso. Por eso, es importante que evalúes la situación y las posibles causas de tu bajo rendimiento laboral. ¿Estás estresado/a? ¿Te falta motivación? ¿Te autoexiges demasiado? ¿O es un problema de organización del tiempo?

Sé sincero y realista cuando respondas estas preguntas. Examina tu rutina de trabajo y reflexiona tranquilo sobre lo que está pasando. Tus respuestas no tienen por qué ser las definitivas, puede que cuando empieces a trabajar en una de las causas descubras que hay otras más. Es lo habitual, ve poco a poco.

2. Aprende a gestionar tu estrés y ansiedad

Puede que en tu caso el estrés o la ansiedad te esté bloqueando, quemando o restando motivación. En ese supuesto, te conviene solucionar tu fuente de estrés o ansiedad. Puede que la solución sea buscar una alternativa laboral, sobre todo en casos de mobbing o explotación laboral.

Si esto no es factible, puedes aprender técnicas psicológicas para gestionar de forma efectiva estas emociones, como la respiración en 3 segundos, la relajación muscular o técnicas de atención plena. Te recomendamos acudir a un psicólogo/a para que te ayude en todo este proceso y te aporte más técnicas de gestión emocional.

3. Busca motivaciones en el trabajo

Si tu problema es la falta de motivación, puedes buscar razones que te motiven dentro del trabajo (aparte del dinero, claro está). Puede ser buscar una relación entre tus valores personales y tu labor profesional, considerar el trabajo como una forma de crecimiento personal o encontrar dentro de tu desempeño actividades o maneras que te resulten entretenidas.

Aunque en un principio lo veas exasperante, pregúntate qué es lo que menos te disgusta del trabajo y tira por ahí. En el caso de que tu empleo fuese inicialmente vocacional, intenta recordar cuáles fueron los motivos que te llevaron a escoger ese empleo. Puede que todavía puedas disfrutar de ellos o alcanzarlos. Ya el propio hecho de trabajar te puede resultar gratificante por sentirte autorrealizado/a.

4. Baja las exigencias y plantéate únicamente objetivos realistas

Establecer metas exageradas o demasiado lejanas puede ser frustrante y desesperanzador, de la misma manera que lo es trabajar sin plantearte cuáles son tus objetivos a cumplir a corto y largo plazo dentro de tu labor.

Es importante que te marques objetivos realistas, y si son a largo plazo, busca los pasos intermedios que tienes que seguir y plantéatelos como objetivos a corto plazo. En el proceso, intenta no ser demasiado autoexigente y celebra cada meta alcanzada. Ir cumpliendo cada objetivo te puede dar la satisfacción y motivación suficiente para pasar al siguiente. El refuerzo positivo es un gran motivador.

5. Aparca tu perfeccionismo y aprende a ser eficiente

Seguro que el perfeccionismo te ha aportado muchas cosas buenas, como hacer un trabajo bien hecho y de calidad. Sin embargo, ¿de qué sirve hacerlo así de bien si no consigues acabar las labores a tiempo? Permítete no ser tan cuidadosa ni revisar y corregir veinte veces tu trabajo para evitar errores.

Para ello, anota en tu agenda las actividades que tienes que hacer. Clasíficalas en urgentes, prioritarias pero no urgentes y de menor relevancia. De esta manera, tienes el orden por el que debes ir cumpliendo tus tareas laborales.

Oblígate a completar cada una en un tiempo determinado, el que tú estimes que te va a llevar y que esté dentro de los plazos que te exige el trabajo. Céntrate en acabarla, no en hacerla perfecta; y así te aseguras llegar a tiempo y ser eficiente. Si te sobra tiempo, si quieres puedes intentar perfeccionarla, ¡pero no te pases!

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