Teoría de Lamarck: ¿qué es y qué dice sobre la evolución biológica?

Esta teoría, ya desfasada, explicaba la evolución de las especies en base a su adaptación al medio.

Teoría de Lamarck

Jean-Baptiste Lamarck (1744 – 1829) es uno de los naturalistas más conocidos y estudiados, entre otras cosas porque su teoría sobre la evolución de los linajes nos acercó a lo que hoy sabemos acerca de la biología.

Y aunque es cierto que sus contribuciones a la ciencia acostumbran a ser eclipsadas por las ideas de Charles Darwin, merece la pena conocer aunque sea mínimamente su legado intelectual.

En este artículo encontrarás de manera resumida una explicación acerca de la teoría de Lamarck, la cual estaba centrada en un concepto llamado “herencia de los caracteres adquiridos”.

¿Qué es la teoría de Lamarck?

Jean-Baptiste Lamarck

Lo primero que hay que saber acerca de la teoría de Lamarck es que, si bien supuso un importante hito en el desarrollo científico de la humanidad, hoy en día no tiene vigencia, y se considera que tiene interés como objeto de estudio de la Historia y de las ciencias sociales.

Esto es así porque si bien sus ideas inspiraron a los investigadores que más tarde sentarían las bases de la actual teoría de la evolución, las ideas de Lamarck se fundamentaban en muchas creencias erróneas acerca de la interacción entre los organismos y su entorno y sobre la transmisión de rasgos de unas generaciones a otras. Algo natural, teniendo en cuenta que en su época ni siquiera existía una teoría que unificase el campo de estudio de la Biología como ciencia.

Pero vayamos al grano: ¿qué decía la teoría de Lamarck sobre la evolución de las especies? Básicamente, Lamarck intentaba explicar la evolución de las especies mediante el siguiente proceso hipotético, que veremos explicado con el ejemplo de las jirafas.

1. Lucha por la supervivencia

Los individuos se ven forzados a adaptarse al entorno en el que viven, o morirán. Por ejemplo, una población de artiodáctilos ancestros de las jirafas necesita adaptarse a un ecosistema muy seco y con pocas plantas.

2. Desarrollo de nuevos rasgos mediante el esfuerzo

Algunos individuos desarrollan nuevos rasgos y características como resultado del esfuerzo literal por lograr sus metas de supervivencia (dentro de su desarrollo ontogenético, es decir, de manera individual y en el tiempo que pasa entre que se nace y se muere).

En el caso del ejemplo anterior, los ascendientes de las jirafas estiran el cuello lo máximo posible para llegar a las ramas de los árboles más altos, que quedan fuera del alcance de otros herbívoros. Esto hace que a los que lo hacen mejor se les alargue un poco el cuello.

3. Mayor éxito reproductivo

Aquellos que consiguen sobrevivir como consecuencia de la adquisición de estos rasgos tienen mayores posibilidades de dejar descendencia. En este caso, los artiodáctilos que han conseguido alargar su cuello tienen más opciones de sobrevivir y de tener más descendencia.

4. Herencia de los caracteres adquiridos

En esta etapa, la descendencia recibe estos rasgos adquiridos por sus antecesores a través de mecanismos biológicos (mediante lo que ocurre en la gestación), no culturales.

Hablando sobre el ejemplo con el que estamos trabajando, el alargamiento de cuello de pasa a formar parte de las características innatas de la siguiente generación, quedando “fijado” en su morfología desde un principio. De esta manera, estos nuevos individuos parten con ventaja a la hora de competir por tener un cuello más y más largo tal y como lo hicieron los miembros de la generación anterior.

Sus diferencias con la teoría de Darwin

Tal y como hemos visto, Jean-Baptiste Lamarck ideó una interesante teoría en la que se combinan los procesos filogenéticos (es decir, relativos a la evolución de los linajes a través de las generaciones) con procesos ontogenéticos (relativos a los cambios que experimenta cada individuo a lo largo de su desarrollo vital).

¿En qué se diferencian las ideas de este naturalista francés con las de Charles Darwin, que surgirían unas décadas más tarde?

La principal diferencia entre la teoría de Lamarck y la de Darwin es que el segundo no pone énfasis en la historia individual de los individuos como parte de su lucha por sobrevivir.

Para el inglés, no era tan importante el esfuerzo o el modo en el que los individuos optasen por encontrar un sustento y protegerse; lo importante para él era el resultado de todo esto: si se dejaba descendencia o no. Y esto era así porque Darwin ya asumía que existían diferencias individuales entre los miembros de una especie, diferencias que eran independientes de la fuerza de voluntad o de las técnicas de supervivencia aprendidas por los individuos a lo largo de la vida.

Así, Darwin proponía que como resultado de estas diferencias individuales existentes desde antes de intentar aprender a sobrevivir e inherentes a todas las poblaciones en una misma especie, ciertos individuos tenían más éxito reproductivo que otros. Si para Lamarck las acciones distintas servían para desarrollar órganos diferentes, para Darwin el orden era el inverso: los órganos con características únicas creaban las nuevas acciones y modelos de adaptación.

En cualquier caso, Darwin no llegó a rechazar del todo la idea de que la evolución biológica pudiera ser explicada en parte a través de un mecanismo de herencia de los caracteres adquiridos, y de hecho creía en la pangénesis, una teoría con raíces muy antiguas según la cual en la gestación de las nuevas generaciones participan tanto las células como las gémulas, unas entidades hipotéticas que irían circulando por el organismo y recogiendo información sobre la influencia del entorno en el organismo.

Lo que ocurre es que Darwin sentó las bases para el desarrollo de una teoría científica mucho más parsimoniosa que la de Lamarck, esto es, una que necesitaba de menos presuposiciones para ser sostenida.

¿Es lo mismo el lamarckismo que la epigenética?

En tiempos recientes resulta relativamente frecuente que la teoría de Lamarck sea asociada a la epigenética. Si bien hay ciertos aspectos entre estos dos conceptos que encajan, hay muchas diferencias que merece la pena tener en cuenta.

En primer lugar, la teoría de Lamarck es eso: una explicación científica (en el contexto en el que surgió) sobre una serie de fenómenos. La epigenética, en cambio, no es una explicación sobre algo, sino un ámbito de la biología que los científicos siguen estudiando hoy en día.

Es decir, que la epigenética no es una propuesta de descripción sobre un fenómeno natural, sino que es uno de los fenómenos naturales a explicar, del mismo modo en el que la evolución de las especies es una realidad a comprender mediante el conocimiento científico y la teoría de la evolución (o mejor dicho, la síntesis evolutiva moderna) es una explicación que trata de ajustarse lo mejor posible a esa faceta de la naturaleza.

¿Y en qué consiste exactamente la epigenética? Se trata de una serie de mecanismos por los cuales la interacción entre el ambiente y los organismos hacen que los genes de expresen de una u otra forma. Da cuenta del hecho de que el fenotipo de todas las formas de vida no se expresa de manera unidireccional, sino que en ello la interacción con el entorno también influye.

Ahora bien, no hay que confundir esta idea tan general sobre la expresión de los genes con las ideas que sostenía Lamarck. En concreto, este naturalista francés ponía énfasis en el concepto de la transmisión de los rasgos adquiridos de una generación a otra, y ni siquiera podía concebir la idea de cómo se expresan los genes, porque en su época el gen era una entidad totalmente desconocida.

La única relación entre la epigenética y la teoría de Lamarck es que en esta última se habla de la influencia del entorno sobre los rasgos del individuo, aunque lo hace apelando a mecanismos de “fijación” de características en los linajes familiares, y hoy sabemos que estos mecanismos no existen.

Lo más parecido a esto no puede ser considerado herencia de caracteres adquiridos, y es la transmisión horizontal de genes que ocurre básicamente en el mundo microscópico, por el que un organismo le pasa cadenas de material genético a otro (y por consiguiente no se da el paso intermedio de desarrollo de rasgos mediante la interacción con el ambiente).

Referencias bibliográficas

  • Dawkins, R. (2005). El Relojero Ciego. Barcelona: Tusquets.
  • Packard, A.S. (2016). Lamarck, The Founder of Evolution. Palala Press.
  • Ruse, M. (1999). The Darwinian Revolution: Science Red in Tooth and Claw. Chicago: University of Chicago Press.
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